Pero ya estoy de vuelta en él.
Parece que hoy vamos a salir de la
monotonía en la Katsumoto Corporation. La aplicación informática con la que
trabajamos se ha caído, y sin ella no somos nadie. Digamos
que nuestra misión es hacer oes con canutos. Pero si no hay oes a
las que poder hacer canutos, somos
incapaces de poner puntos a las íes, ó diéresis a
las úes; tal es nuestra especialización. Así que hoy podré dedicar más tiempo aún a contaros mi historia. La Historia de Randy Utah.
Miro a mi derecha y veo a mi compañera Lucille comiéndose
una bolsa de Risketos. ¡Sólo son las 10:15 de la mañana, por el amor de dios!
Veo un endocrino en tu futuro, Lucille, ohh síí. En fin, allá ella.
Miro a la izquierda y veo por la ventana el callejón
lateral que bordea el edificio. Está empezando a llover.
Miro hacia delante y veo mi monitor
de 29 pulgadas, y leo lo que estoy escribiendo, y escribo lo que estoy
leyendo...miro hacia delante y veo mi monitor de 29 pulgadas, y leo lo que escribo...escribo
lo que leo...¡Joder! ¡Es un puto bucle! ¡Si no salgo pronto de él, se creará un
agujero de gusano y podría desaparecer dentro de mí mismo!
Vale, falsa alarma. Ya he salido del bucle.
Si me dais permiso, os contaré ahora la primera acción
correctiva que hicimos Sam y yo. Ocurrió hace unos 3 meses. No, no ocurrió.
Hicimos que sucediera. Aunque fue una tontería, sin ánimo de pecar de falsa
modestia. Simplemente rehabilitamos un pequeño descampado de unos 500 metros
cuadrados que hay en la calle Fleetwood. Lo hicimos en 2 noches. Nos
encontrábamos allí a las 4 de la mañana y nos íbamos tres horas más tarde con
el tiempo justo para que yo pudiera ir a mi casa, ducharme, desayunar e ir al
trabajo.
La primera noche pintamos de azul celeste el muro que
recorría uno de sus laterales, tapando así los graffitis horribles que lo
infestaban. El jodido muro tenía tres metros de altura, pero con la ayuda de un
taburete plegable pude llegar a las zonas altas. Lo pintamos con pintura de
brocha gorda y sin más luz que la que nos proporcionó la Luna. Después de
pintarlo, Sam y yo nos dedicamos a sanear el descampado de la basura más
aparatosa (dos neumáticos, una lona agujereada, el somier de un colchón, medio
colchón...). Durante esas tres horas apenas vimos a nadie pasar por la calle.
Nadie nos molestó.
La segunda noche, la misión de Sam
consistió en decorar el muro con dibujos, adornos, frases, emblemas...lo que
ella quisiera, pintado todo con spray y con el azul celeste de la noche
anterior de fondo. Tuvo que hacerlo deprisa porque el muro tenía unos 20 metros
de longitud, y nuestro tiempo era limitado. Pero lo consiguió. Y le quedó
precioso. Alternó motivos indios de las tribus cherokee y semínola, con series
de símbolos inventados sobre la marcha, animales a medio trazar, fórmulas
matemáticas, la bandera tibetana...y en las zonas altas escribió algunas
frases. La que se me viene ahora a la mente es: ayúdame a ayudarte (sí;
plagiada de la película 'Jerry McGuire'. En concreto, escena de los
vestuarios con Cuba Gooding Jr. secándose desnudo al aire tras un
entrenamiento). Yo mientras tanto, provisto -al igual que Sam- de un frontal
con luz sobre mi frente, iba liberando al descampado de la basura pequeña, es
decir, latas, botellas, cajetillas de tabaco...entre otras cosas. Por fortuna,
el descampado es inaccesible para los coches. ¿Lo pilláis? Eso es. No había
preservativos usados (ó eso pensé en aquel momento).
Estábamos cada uno concentrado en lo suyo, sin hablar lo
más mínimo entre nosotros, cuando a eso de las 5:30, vi que la ventana de un
tercer piso se iluminaba. Alguien nos observaba. Cinco minutos después la luz
se apagó, y tras unos instantes emergió de ese mismo portal un hombre que se
dirigió sin vacilar hacia el descampado. Metí una botella de 7-Up en la bolsa
de basura y aguardé su llegada. El hombre que se me acercó tenía unos 50 años,
con un pelo muy canoso y rizado, demasiado largo y encrespado para, digamos,
trabajar en una oficina. Cuando llegó a mí, apagué el frontal para no
deslumbrarle. Pero yo no iba a hablar primero. Era él quien tenía que dejar
claras sus intenciones. Y eso hizo.
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